Por Luis Terrero Melo

Semana Santa, la ultima del periodo de la cuaresma, es la semana más importante del cristianismo,  la cual incluye varios días de ritos religiosos que comienzan el Domingo de Ramos y terminan el Sábado Santo. Literalmente hablando, la semana santa se extiende hasta el primer día de la siguiente semana, o sea que, el Domingo de Resurrección o Domingo de Pascua, contrario a la creencia de algunos fieles;  da inicio a la semana siguiente, por eso es conocida como la semana mayor. 

El Domingo de Ramos da comienzos a la gran celebración cristiana y es considerado el día que Jesús entra a Jerusalén, a partir de ahí comienza su calvario hacia la cruz.

El  Viernes Santo es el día más resaltante de la Semana Santa, ya que en el ocurre la pasión y crucifixión de Cristo. Es el día de ayuno, y de luto para la mayoría de los cristianos, ya que es el día de la muerte de Cristo. En este día la cruz se caracteriza por poner la vida de Cristo en obediencia a la muerte. Viernes Santo, inmortaliza la cruz de Cristo, la cual es el símbolo del cristianismo, pero más que un símbolo significa salvación, es el elemento principal en la predicación del apóstol Pablo, quien enfatizó que a través de este "Cristo había muerto y que a través de la crucifixión en sí se presenta la manifestación pura de misericordia, amor gratuito, e infinito de Dios".

En la cruz podemos encontrar la fuerza de humildad y el amor que caracteriza a Cristo y el amor de Dios todo poderoso quien tanto nos ama, que nos otorgó el privilegio de convivir con Jesús, su hijo, quien a su vez tanto nos ama que se entregó, sufrió, y murió por nosotros en la cruz por el perdón de nuestros pecados. La cruz, además de recordar a los cristianos la victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte, también les recuerda que a través de la resurrección, Cristo venció a la muerte en sí.

El Domingo de Resurrección es el día más importante de la observancia religiosa, ya que celebramos la resurrección de Jesús, cumpliéndose así las sagradas escrituras, y no es para menos, pues ese día también conmemoramos el perdón de nuestros pecados, por ende celebramos nuestro renacer en Cristo. Así que honremos a Cristo en todo momento; comencemos ahora y poco a poco nos acostumbraremos a hónralo siempre.