Por Yorik Rafael Piña
III de IV
La familia es la primera agencia de formación del niño. La mayoría de los padres y madres del país quieren hacer lo mejor por sus hijos; pero no saben como ni que. Un estudio efectuado en el Centro De Atención Integral De Adolescentes En Conflicto Con La Ley de Najayo, San Cristóbal, reveló que los abusos más recurrentes que han cometido los padres de los internos son: privación afectiva. El 70% no ha recibido el calor, el afecto de su padre y el 23% no lo ha recibido de la madre para un total de 93%. Un 86 % adolece de Falta de identidad. El abuso físico o “pelas” las ha sufrido un 82%. También el 82% ha estado ausente de la escuela en el momento de la detención. El 75% de los internos se les ha prohibido opinar con expresiones como “¡Cállese! ¡Que los muchachos hablan cuando las gallinas mean! El 73% ha sido sometido a abuso laboral, principalmente, por parte de las madres. Se les manda a trabajar para beneficio de ellas. Para que les ofrezcan la manutención del hogar. Racionalizan su actitud expresando que “Quiero que aprendan a trabajar para que se hagan hombres”.
Los altos porcentajes arrojados en la investigación muestran que los abusos arriba señalados son los que apuntan a ser los responsables de las conductas antisociales de los internos. Estos abusos se generan en la familia y la escuela no hace nada o no sabe que hacer para ayudar, asesorar a los padres para mejor formar a sus hijos e hijas y evitar que estos puedan estar presentes en los hogares que les ha tocado trabajar
Muchos sectores opinan que la pobreza es la causa principal de la delincuencia. Nosotros decimos que no es así. La pobreza no es causa para delinquir. No es generadora de conductas parasociales per se. Es un detonante, quizá el más efectivo. Si la pobreza fuera causa de delincuencia, pregúntese ¿Por qué hay tantos jóvenes pobres que no cometen delitos? Por que hay, cada vez más jóvenes con un estatus económico alto que presentan conductas antisociales?
Se ha trabajado con el código, con los jueces, con los fiscales, con los policías. Se ha prohibido la venta de bebidas alcohólicas, después de las 12 de la noche, los días de semana y no ha pasado nada significativo. Las autoridades presentan estadísticas que muestran una mejoría. Lo creemos; pero no se percibe, es insignificante y no es duradera. En mi libro ¿Y Ahora Qué?, se explica mejor el alcance de las medidas que se han tomado en el llamado “Barrio Seguro”. La inseguridad acorrala, cada día más, a la gente seria y trabajadora. Cada hogar es una cárcel voluntaria para la mayoría de los ciudadanos. Los artistas van a la quiebra porque menos personas se animan a visitar los centros nocturnos los fines de semana. Creemos, firmemente, que en la familia dominicana hay fallas que, de repararlas, ayudarían a bajar los índices de proclividad al delito en nuestros adolescentes.
El autor es psicólogo Clínico
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