I de IX
Por Yorik Rafael Piña
Lic. Yorik Rafael Piña |
Hace algún tiempo, en un famoso programa sabatino de televisión, vimos y oímos con mucho agrado a prestigiosos representantes de la comunidad evangélica plantear interesantísimas posiciones en base a un documento que evacuaron con miras a que se les escuche más, en todos los órdenes. Las elecciones están muy cercanas y todos los sectores de la vida nacional quieren ser tomados en cuenta.
Los amigos evangélicos clamaban por cambios en la política que han seguido los gobiernos por décadas en cuanto a lo religioso y lo moral.
Los conductores del programa preguntaban, creemos que en más de una ocasión, sobre las soluciones que se ofertaban por parte del gobierno de turno, pues el documento enunciaba los males que nos aquejan; más no se planteaban soluciones.
Nosotros los hombres y mujeres de Amimundo, hemos analizado diferentes soluciones. Queremos ponerlas sobre el tapete. Que otros opinen a favor o en contra; pero que opinen. Es una forma de provocar un debate para que con los "chispazos" que se produzcan aparezcan las salidas a los grandes problemas nacionales que creemos conciernen a todos y que, los ciudadanos capaces de conceptualizar, de reflexionar puedan aportar sus ideas al respecto.
Los amigos evangélicos argüían, en el programa de televisión, que hay mucha corrupción privada y gubernamental, que hay muchos moteles que frecuentan mayores y menores de edad. Que la educación está en decadencia, que hay maestros que están corrompiendo sus alumnos.
La Fundación Amigos Del Mundo Inc. entiende que esta gran degradación de los principios morales se debe, escencialmente, a la inversión de valores que nos flagela. Esta es producto de la desintegración de la familia. Los padres no forman adecuadamente a sus hijos porque ellos no fueron bien formados por los suyos. La mayoría de los padres y maestros no manejan adecuadamente las etapas de desarrollo de los niños a su cuidado. Se les trata con injustamente. No se les premia cuando actúan con nobleza y se les castiga, frecuentemente, por caprichos de sus cuidadores, no porque hayan cometido acciones vituperables. O se les dan todos los gustos y nunca se castigan o se les suprimen todos los placeres sin motivo alguno porque "Yo soy tu papá".
Es muy común que nuestros niños, niñas y adolescentes vivan con tías, abuelas, hermanas o hermanos mayores porque son hijos de divorcio y cada padre buscó nueva pareja y los hijos no son del agrado del nuevo cónyuge. Se les han suprimido los afectos más importantes: el de papá y mamá. El primero protege y el segundo prodiga ternura.
La supresión de afectos, una mala administración de los premios y castigos (disciplina de las concecuencias), en fin, la falta de seguridad que sólo la puede ofrecer la protección de los padres trae como resultado una formación inadecuada que muchas veces desemboca en el desarrollo de parapatías y parafilias.
Las parapatías son graves procesos de ansiedad y las parafilias son aberraciones de tipo sexual. En otras palabras, los niños sometidos a este régimen de mala formación no crecen mentalmente; sino cronológicamente. El resultado lógico de esta inadecuada manera de educar trae como consecuencia que no se sociabilizan porque no saben obedecer. Si no aprenden a obedecer a sus padres tampoco obedecerán, en el futuro las leyes de la sociedad. No tienen a quien rendir cuentas de lo bueno o malo que hacen. Se desorganiza todo el sistema afectivo y reina el principio del placer, la abulia, la delincuencia, las drogas, en fin, la inversión de valores.
Socio del Club De Amigos Del Mundo trabajando en el PCP On Line |
No es posible frenar la delincuencia si no se trabaja en la principal agencia de formación en donde se genera: EL HOGAR. Si no trabajamos con la familia no hay posibilidad de manejar las conductas desadaptativas que padecen nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Los padres y maestros se han quedado sin herramientas para manejar el problema.
Estamos trabajando para lograr soluciones al largo plazo. No es posible lograrlo ni al corto ni al mediano plazo. Trabajamos sin aspavientos, sin ayuda de las instituciones públicas obligadas, constitucionalmente, a hacer frente del problema. Lo hacemos con lentitud; pero con firmeza para lograr, en un futuro cercano, mujeres y hombres más sanos que es igual a disfrutar de una sociedad más sana y feliz que la que sufrimos actualmente.
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