Por Germán Retana
El trabajo en equipo se construye sobre la responsabilidad individual; o sea, con la rendición de cuentas que cada miembro hace a sus compañeros mediante su máximo esfuerzo en función del bien de todos. No obstante, si se aspira a ser un equipo de alto desempeño se deben agregar tres requisitos más y evaluar constantemente si, en verdad, se están cumpliendo.
Primero, los resultados son extraordinarios. El nivel de excelencia se nota en todas las actitudes de los miembros: cumplen más de lo que prometen, dan lo máximo y actúan con estricto profesionalismo. Siempre quieren más, son insaciables; el conformismo no existe ni aun habiendo alcanzado las metas previstas. Los resultados anteriores son sus propios objetivos a superar. Lo que otros equipos hacen en forma ordinaria, los equipos de alto desempeño lo realizan en modo excepcional. No hay permisos para rendimientos mediocres y es obvio el disfrute de todos al ser exigidos con camaradería, humor y, principalmente, contando con los compañeros en el momento preciso.
Segundo, los resultados son crecientes. La medición es una norma, se cuantifica todo lo factible. Los miembros saben que siempre pueden dar más y le ponen números al "esfuerzo." Su principal rival son ellos mismos. Creen que de nada sirve alcanzar algo especial si no son capaces de superarlo. Por eso cada uno hace su parte preparándose, no para repetir el éxito, sino para excederlo. Los fracasos no les son ajenos, pero jamás se detienen a contemplarlos porque lejos de recriminarse comparten los errores, los rectifican y siguen adelante. No hay desperdicio de tiempo en discusiones estériles.
Tercero, los resultados son sostenibles. ¿De qué vale ganar una vez y perder en las siguientes? Las bases son firmes, por eso los equipos de alto rendimiento enfatizan los valores como guías de sus conductas, no se permiten titubeos sobre el apego a los principios éticos sobre los cuales se construye el desempeño de máximo nivel.
El aprendizaje, la reflexión y la auto-observación, permiten que las lecciones se acumulen y apliquen con constancia, lo que consolida una cultura fuerte y contagiosa.
Los aciertos y los fracasos se analizan de inmediato sin ocultar verdades ni realidades; el engaño o disimulo de razones de resultados no deseados simplemente está descartado.
Lo paradójico de estos equipos es que son integrados por personas comunes, como usted y como yo, con virtudes y carencias, que tomaron la decisión de trabajar a una altura más elevada. Son conscientes de que nadie es mejor que todos juntos y convierten sus diferencias en fuente de sinergia. Finalmente, con humildad solicitan ayuda y son proactivos para estar al servicio de sus compañeros.
¿Satisface su equipo de trabajo estos tres requisitos?
German.retana@incae.edu
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