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lunes, 27 de septiembre de 2010

La Delincuencia Gana Terreno O...¿No Sabemos Que Hacer? (II)

Por: Yorik Rafael Piña F.
Presidente de la Fundación Amigos Del Mundo Inc.

II de IV
Tenemos que reconocer que la Policía Especializada de Niños, Niñas Y Adolescentes ha mejorado, aunque hay que continuar la lucha para lograr más. Se ha quedado algo rezagada en cuanto a la concientización de sus miembros para que entiendan que los adolescentes no son adultos pequeños. Que no tienen la capacidad de enjuiciar como los mayores. Se  debe profundizar más en ese sentido. 


Tenemos que reconocer que la Jefatura actual de la Policía Nacional está haciendo ingentes esfuerzos para lograr mejorar, en todos los sentidos, ese cuerpo especializado. Desgraciadamente, no tienen los equipos necesarios, aunque ahora hay más que antes; pero eso no es óbice para que no se le de más apoyo. Todavía hay policías “especializados” que torturan a los adolescentes. 


Hace unos meses, los abogados que laboran en el  Programa de la Defensa Pública, patrocinado por la Suprema Corte De Justicia para asistir judicialmente a los que no tienen los recursos económicos suficientes para pagar este servicio, denunciaron que en la cárcel del km. 15 de la Provincia de Azua, a 135 Km. de la capital de la República, se están torturando los presos. Se denunciaba que, por los golpes recibidos, tienen brazos rotos y contusiones  por todas partes del cuerpo. Ese mismo tipo de denuncia ocurre en el centro de internos para adolescentes de Najayo. 


Se reconoce que no es una política de de Estado ni de la Policía Nacional; pero este es uno de los cuerpos con los que más  se ha luchado para que se ajuste a los nuevos tiempos; son actitudes personales de los agentes que, cuando ocurren, se toman las medidas de lugar, según los reglamentos de las instituciones. Ese es un tema que hay que trabajar; pero… los policías manejan a los adolescentes después que cometen el delito por lo que parece que el problema no son los cuidadores de los recintos de privación de libertad porque las  conductas antisociales van en aumento.

La Secretaría De Estado De Educación es cada vez más exigente, tanto para las escuelas públicas como privadas, sobre la preparación de los docentes. Hay que reconocer que el sistema educativo adolece de fallas ancestrales. Se hacen esfuerzos; pero no los suficientes. Todavía no se está invirtiendo el porcentaje necesario del Presupuesto General De La Nación para que el país mejore el Sistema Educativo Nacional.

El sindicato de maestros debe permitir que sus afiliados sean evaluados y los que no estén preparados que los manden a estudiar más, aunque no pierdan su empleo. Se hace muy flaco servicio al país si se defiende el puesto a maestros incapaces. El sindicato tiene el deber de defender su clase; pero también tiene el deber de defender a sus hijos y los hijos de los demás. Los sindicalistas mandan a los suyos a estudiar en las escuelas públicas? Felicito a quienes así lo hacen. Ojalá no sea en una escuela del Sector de Los Ríos en donde un profesor aconsejó a un padre de uno de los alumnos del plantel, a quien Amimundo aplica el Programa De Crecimiento Personal que, “el psicólogo que necesita su hijo es un palo de guayaba y caerle a garrotazos”. Un profesor que piense así, de una forma tan anticientífica, no debe asumir la formación de los niños de este país. Debe el sindicato proteger a un maestro con esos criterios para la enseñanza? Definitivamente, no.

La escuela como una de las agencias más importantes de formación del niño necesita una profunda revisión. No con chismes ni irse a un campo de batalla mediático a ganar el favor de la opinión pública en base a sofismas; sino sentarse en la mesa del diálogo, sindicato y gobierno y convenir en pagar al maestro, no menos de cuatro sueldos mínimos, mensualmente, una tanda; pero sólo por una. El maestro tiene que tener el tiempo y la dedicación para preparar y planificar sus clases. Si tiene dos tandas no puede hacerlo bien y mucho menos con tres. Si no se paga bien no se puede exigir nada. Para que el gobierno pueda tener fuerza en el diálogo tiene que iniciar con su oferta de mejorar, sustancialmente, los salarios de los maestros. Creemos, firmemente, que en el sistema educativo dominicano hay fallas que, de repararlas, ayudarían a bajar los índices de proclividad al delito en nuestros adolescentes.
El autor es psicólogo Clínico


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