Por German Retana
No importa cuánto talento posea ni qué posición ostente en la organización; al final lo que más causa satisfacción en otros al trabajar con usted es el buen trato que reciben. Todo se reduce a esa conducta que habla de los valores que la rigen. Desdichadamente, hay líderes que dejan de serlo porque carecen del trato mínimo aceptable hacia los demás; de igual forma, hay equipos que nunca logran coronarse con éxito porque adolecen de relaciones internas idóneas, consecuencia de la incapacidad de sus miembros para ratarse con sanos principios.
El trato a los demás evidencia el concepto que se tiene de sí mismo y la paz mental que se disfruta. Quienes siempre tienen una expresión verbal cordial, apropiada, proactiva y constructiva, posiblemente gozan de una autoestima equilibrada y de una serenidad a prueba de provocaciones externas. Esta fortaleza emocional se ha labrado con experiencias de vida que les demostraron que no son más ni menos que otras personas, por lo tanto, el respeto, el servicio y la humildad son sellos indelebles en sus relaciones interpersonales.Gritar, insultar, imponer, mofarse, o evadir la madura confrontación de ideas, son evidencias de que su gestor padece situaciones que le afectan su inteligencia emocional. ¿Quién disfruta trabajar al lado de alguien así? Lo peor es que al percibir el rechazo de colegas o colaboradores ecuánimes, los "descontrolados" tienden a agravar sus relaciones al volverse aun más agresivos, impredecibles, manipuladores y soberbios.
Es como si no tuvieran conciencia de que al actuar así se mueven en aguas pantanosas y terminarán hundiéndose en la indiferencia hacia ellos y, consecuentemente, en la soledad.
Los miembros de un equipo podrían pactar hacer un alto en el camino cada seis meses para expresarse asertivamente cómo perciben el trato mutuo, qué funciona y qué no en sus relaciones, cómo rectificarán desajustes y cuáles serán los mecanismos para corregir desviaciones sobre su trato. Lo que no se mide se deteriora; en un equipo de alto rendimiento existe pasión por la medición y esto puede aplicarse para evaluar la calidad del trato que cada miembro brinda a sus colegas."Quien tiene buen trato para todos, es grato," dice el popular refrán. Ahora bien, la paradoja es que la persona que exhibe un pésimo trato hacia los demás rara vez lo reconoce, con lo cual se condena a afectar paulatinamente sus relaciones hasta llegar a ser insoportable para sí misma. ¿Por qué no emprender un cambio profundo? ¿Por qué no aceptar que se tiene un problema y acudir a la ayuda profesional en este campo si fuera necesario?Tratar nuestro trato para mejorarlo, puede ser una de las decisiones más inteligentespara gozar de una mejor calidad de vida, pues al fin y al cabo ésta depende de la calidad de relaciones.
German.retana@incae.edu [mailto:German.retana@incae.edu]
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