Por Germán Retana
Cada vez es más complejo comprender qué mueve a las personas a hacer lo que hacen. No obstante, numerosos estudios demuestran que buscar un premio externo o evitar el castigo, ceden su importancia ante el disfrute íntimo de procurar un propósito superior, sentirse dueño de la forma de hacerlo y elevar la capacidad personal.
El experto en motivación, Daniel Pink señala que las organizaciones que mejor superan las crisis globales son las que privilegian su razón de ser, por encima de sus beneficios temporales. En ellas, agrega, sus miembros de esas organizaciones sustentan su motivación más intensa en un trípode conformado por la autonomía, el dominio y el propósito.
El empoderamiento ("empowerment") es esencial para que los miembros del equipo se perciban a sí mismos dueños de la tarea que realizan y responsables sobre la forma y eficiencia para concretarla. La posibilidad de definir aspectos de sus desempeño y relaciones, sin la preponderancia del "jefe" incrementa el sentido de responsabilidad. La creatividad, la proactividad y el esfuerzo extra están aún más presentes en un ambiente de trabajo en el que se comprende que la autonomía induce al compromiso mientras que el control conduce a la obediencia, tal como Pink indica. ¿Hacia cuál de esas direcciones se siente usted orientado en su empresa?
Hay algunas personas que se atrincheran o estancan en lo que ya saben hacer y dejan de progresar. Se acomodan en su zona de confort y se constituyen en frenos del desarrollo de sus equipos; en especial si detentan posiciones de jefatura. La mayoría, en cambio, aspira a crecer en capacidades, a disfrutar el reto de aprender, perfeccionar y dominar sus talentos. La motivación de saberse capaces de elevar la maestría en conocimientos y habilidades, provoca una profunda satisfacción interior en las personas que cuentan con la autonomía y determinación para hacerlo. ¿Es éste su caso en su organización?
Entre más elevadas sean las razones para usar la autonomía y dominar capacidades incrementales, más superables serán las adversidades. La claridad de un propósito superior, que esté por encima de reconocimientos o expectativas materiales, es el máximo detonante del alma de un equipo. La presencia de esa elevada finalidad, la convicción racional de su necesidad y el alineamiento emocional de los miembros con ella, son plataformas de lanzamiento mucho más poderosas de motivación que el temor al fracaso o los incentivos pasajeros. ¿Cuál es su gran propósito personal? ¿Y el de su equipo?
Si los miembros de los equipos revitalizaran constantemente el legado que realmente desean construir y heredar, dejarían de actuar en pequeño para concentrarse en hacerlo tan en grande como su sueño.
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