El temblor de tierra de esta madrugada pudo ser peor, mucho peor.Pero salvados de esta, (-por mediación expresa de doña Tatica, la de Higüey, según me confirmó hace un rato Monseñor Agripino-), quizás sea bueno aprovechar el susto para un reflexión en voz alta.
Al fin, para valorar una buena salud, nada hay como una buena gastritis, una endodoncia jodida, una lumbalgia que fuña, y todo en una semana. (Por suerte, los doctores Alberto Santana, Marcos Díaz y Paul Rodríguez siempre están ahí.)
O sea, que una vez más y como siempre, tenían razón los griegos: los pueblos, como los hombres, sólo aprenden sufriendo; o mejor: cada lágrima enseña al hombre una verdad.
En esto, se trata de contradecir a García Márquez cuando afirma que la sabiduría le llega al hombre cuando no le sirve ya para nada.
Entonces, por qué no aprovechar esta advertencias de Dios o de Pichuco, para, de una vez y por todas, poner en practica la sabiduría que nos regalan los años, las que nos dejó en herencia el abuelo Pablo, antes de que sea demasiado tarde. Por qué no reaccionar y, al fin, prestar atención a lo principal.
Lo principal, estúpido, lo principal.
Cómo comparar un Lamborghini rojo, con el fulgor de la risa de la Paola menor que regresa de vacaciones londinenses, y te dice que te quiere, que la acariñe Pa. Qué c... vale una dacha en Las Terrenas frente a la mirada feliz de la Paola mayor que, quinceañera, comienza a enamorarse y se lo cuenta al Pa. (! Qué duro!)
Joder. !Cuánta riqueza derramada!
Qué triste ser tan rico y no saberlo. No olvidemos lo principal. Reúna a la familia este domingo, emborráchense los mayores, que cante Barbarito Diez, que Sabina diga lo que quiera, ¡qué carajo! La familia, estúpido, la familia.
Por qué debemos esperar que la desgracia nos visite (como pudo visitarnos hoy a las 5:32AM) para valorar la solidaridad, el amor, la familia, los amigos, ese llegar con todos y a tiempo, que anuncia el poeta. Por qué esperar el olvido para valorar los buenos tiempos del amor y sus atardeceres. (Ay, del resplandor de unos ojos brujos después del fuego.)
Está científicamente demostrado que si no tiene usted familia, amigos, amores para compartirlo, los bienes materiales solo sirven para inflarle el ego en un reportaje de pagina social, un social club, una marina, pero al final, sólo queda el precipicio de la soledad. Nadie merece en la vida un castigo tan cruel como el de ser tan pobre, pero tan pobre, que sólo tenga dinero, para terminar citando a los griegos.
No esperemos un temblor de muerte, un tsunami de olvidos para recordar lo principal, estúpido, lo principal.
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